CASTROS

El Castillo

Vea (San Pedro Manrique)

EL CASTILLO DE VEA
El viaje castreño que proponemos aquí es excepcional en muchos sentidos: el castro en sí, El Castillo, que atesora un recorrido vital completo, desde los albores de la Edad del Hierro hasta nuestros días, y que con sus lugares complementarios Los Corrales de Sansón o Sansol y El Molinillo, abre nuestra imaginación para poder soñar cómo pudieron ser algunas de las facetas de su mundo de creencias (posible lugar ritual en Sansol) y de su actividad económica (minería en el Molinillo). Pero no solo arqueología ofrecen Castillo y entorno de Vea, también paisaje profundo, naturaleza (casi) salvaje donde ésta solo nos va a permitir alcanzarla y disfrutarla por caminos de herradura en los que cada paso que avanzamos es de retroceso en el tiempo.

La ruta a Vea es conocida como la de los despoblados; armados de buen zapato de monte y algún tentempié, saldremos de San Pedro Manrique y recorreremos unos 8 km aguas abajo del Linares por su margen izquierda. Entre gargantas y barrancos hay que alcanzar y entrar en Vea situada en la margen derecha. Desde aquí, mirando al nordeste, tenemos la mole de El Castillo, que ya habremos visto dominando este sector de barranqueras más de un kilómetro antes de alcanzar Vea. Vuelto a vadear el río, y con un poco de espíritu aventurero para salvar la maleza que se come el entorno y las ruinas de la vieja iglesia-cementerio de Vea, ascenderemos por su ladera meridional, donde parece se emplazó la Vea de época medieval y moderna, hoy despoblada; un poco más arriba los restos altomedievales y romanos, coronados en la cima por el castro y la ermita del Castillo, de fundamentos románicos, y… ¡quién sabe!, posiblemente más antiguos.

El Castillo de Vea tiene unas defensas naturales tan consistentes que no necesitó de construcciones complementarias. De abrupta caída por el norte y oeste hasta casi el lecho del Ambriguela, un corte rocoso de varios metros de altura aísla totalmente el tercio superior del cerro de las pronunciadas laderas que ascienden por el sur y este. En el pie sur de este corte predominan los materiales romano-tardíos. Sobre el corte se emplaza la misteriosa ermita homónima (la ermita de El Castillo) y aparecen, mayoritarios, los materiales castreños.

Nada sabemos de su urbanismo, salvo imaginar la inercia de lo que conocemos de los poblados contemporáneos: primero cabañas circulares y luego viviendas cuadrangulares escalonadas en la ladera sur. Lo que hoy se ve en toda esta ladera son recuerdos casi enrasados de viviendas y estructuras medievales y modernas, ruinas de estructuras escalonadas sobre la ladera abancalada más acogedora.

Como en todos los castros la referencia material, el fósil guía de los momentos más antiguos, son sus toscas cerámicas a mano, entre las que destacamos un fragmento con múltiples perforaciones: una encella o quesera, un recipiente para fabricar queso. Prueba de la vida durante la Segunda Edad del Hierro son sus cerámicas a torno de cocción oxidante; no faltan los bordes clásicos de sus tinajas y alguna asita de sección circular típica de las denominadas cestas. Estos materiales también ruedan bajo el corte rocoso, donde se mezclan con las cerámicas romanas (terra sigillata) de época tardía y algunas piedras de moler a mano, tanto de vaivén como circulares.

El Castillo de Vea es algo más, mucho más, que un castro en medio de un apabullante (no exagero) contexto natural. Es misterio representado por la enigmática ermita del Castillo. Es más misterio, soñar con el posible ritual que se pudo celebrar en el círculo ciclópeo de los Corrales de Sansón (nótese el “nombrecito”), es todavía más misterio salvar el barranco del Ambriguela para pasear entre los cortes “¿mineros?” del Molinillo entre cerámicas a mano, sigillatas tardías y las hechas a torneta altomedievales. Todo ello entre la aventura con mayúsculas de descubrir estos lugares sin camino, solo dirigidos por la propia intuición en la que nos toparemos con puentes tradicionales casi imposibles y olvidados, como los que rodean a nuestro castro, el puente de los Moros, el de San Miguel y el puente homónimo, el del Castillo. 

Si has sentido curiosidad al leer esto y puedes, pincha el enlace de abajo, no lo dudes, y visita Vea, El Castillo y su entorno. Esto sí que es diferente e irrepetible, ¡¡¡ En el siglo XXI !!!.

Texto: Eduardo AP. Imágenes: Eduardo AP y Antonio LC.

Bibliografía básica:
Alfaro Peña, E. (2005): Castillejos y Villares. Modelos de poblamiento antiguo en el interior del Sistema Ibérico.
Alfaro Peña, E. (2021): «La ruta de los despoblados de Tierras Altas. Descubrir y soñar Vea», Arevacon, 41, pp. 13-25.

https://drive.google.com/file/d/180eezxn-MqR6zckA8-nq5v-w8PMQkzho/view?usp=sharing

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