Aldealcardo (Villar del Río)
ARROYO DE LA LOMBA (ALDEALCARDO)
Desde el primer golpe de vista impresiona de este castro su contexto espacial, su emplazamiento, como impresionante es también la perspectiva visual, el paisaje que desde él se domina. Situado en el tercio inferior de las laderas meridionales del alto del Ayedo, aprovecha un pequeño cogote que repunta en su ladera, para caer abrupto de cara al Cidacos a poniente y al barranco del Arenal al sur.
Para encontrarlo con la vista, desde el pueblo de Aldealcardo hay que levantar la mirada hacia el noroeste, del que nos separan unos 800 m en vuelo. Entre ambos El Castillejo de Aldealcardo, el otro castro local, algo más moderno que el castro del Arroyo de la Lomba. Y decimos más moderno por sus evidencias materiales, básicamente las cerámicas, referente cronológico, lo que en términos arqueológicos se conoce como fósil guía.
Como todo castro que se precie, además de la soberbia defensa natural que le aísla por tres flancos, se proveyó de una muralla de unos 120 m de longitud cortando el recinto por el único lado accesible, el norte. Como en otros poblados castreños el lienzo aprovecha afloramientos naturales de la roca, adaptándose a ella. No es posible discernir el empaque de esta muralla, pues las obras de repoblación con coníferas de hace unas décadas la han alterado sobremanera. En cualquier caso, su aspecto es más bien modesto en comparación con otras como el bastión de su vecino El Castillejo. Muralla y defensas naturales cierran un espacio habitado de algo menos de una hectárea. Delante de la muralla por el exterior un ancho foso, quizás natural, daba realce al frente de la estructura defensiva de piedra.
Las viviendas o estructuras de habitación parece que se escalonaron de cara al sur y este. En la superficie interior, especialmente en dichos sectores, los más acogedores, se ven los habituales fragmentos de cerámicas castreñas realizadas a mano, y alguna piedra de moler barquiforme o de vaivén.
Sistema defensivo y, sobre todo, los materiales cerámicos señalan a un castro de la Primera Edad del Hierro (siglos VI-IV a.C.), que parece abandonarse en paralelo a la pujanza de su vecino El Castillejo de Aldealcardo, distante unos 400 m. Éste poblado encastillado tomará el relevo del castro del Arroyo de la Lomba como unidad elemental de poblamiento en este estratégico sector del Cidacos hasta la llegada de Roma.
Texto Eduardo AP. imágenes Eduardo AP y Antonio LC.