Oncala
LAS CASILLAS DE ONCALA
Este poblado castreño de Oncala ha sido reconocido hace no muchos años. Fue dado a conocer por el profesor Miguel Ángel San Miguel en una nota de prensa de hace algo más de una década, siendo incluido un par de años después la relación de poblados de la Edad del Hierro del valle del Linares soriano, en un artículo que se presentó en el VII Simposio sobre los Celtíberos de 2012, publicado en 2014.
Llegar al lugar es relativamente fácil, aunque no tanto su reconocimiento, al estar muy alterado por lo que parecen –y mayoritariamente son– ruinas de estructuras tradicionales, a su vez solapadas por un bosquecillo de robles. La mejor opción es coger el camino que sale de la parte baja del barrio alto de Oncala y remonta en paralelo el río Linares. A unos 500 m atravesaremos la primera vaguada que viene del norte, denominada Aguas Manares, subiremos un corto pero empinado repecho, no más de otros 100 m; arriba, entrados en los robles, y entre los muros que delimitan el camino revestidos del intenso verde de los musgos, estaremos ya en Las Casillas.
La gran cantidad de ruinas de piedra que cubre la superficie del yacimiento, recuerdo de las estructuras tradicionales que seguramente han dado nombre al lugar (Las Casillas), a su vez cubiertas por el musgo y toda la capa edáfica que año tras año proporcionan los robles, ha hecho que, a día de hoy, no se haya localizado ningún tipo de material atribuible a vida en época castreña. Es decir, no hay evidencias de cerámicas, piedras de moler, etc. No así su estructura defensiva, que supo ser interpretada por M. A. San Miguel como propia de un poblado castreño.
Se trata de lo que parece un bastión cortando el flanco más accesible, el norte, proyectado en dos brazos de muralla que suman unos 150 m, y que junto con el talud sur, cierran un espacio de forma triangular de algo menos de una hectárea. Le precede por el norte un foso de unos 75 m de longitud. Se adivina un acceso en el sudoeste, por donde se sale el camino tradicional que hemos utilizado para llegar al yacimiento, y prosigue su ruta de ascenso hacia el puerto de Oncala.
Nada más puede aventurarse de este castro, salvo lo que se puede deducir de sus sistemas defensivos, que se presentan ya como avanzados dentro de la cronología de la Edad del Hierro comarcal: posibles orígenes en el momento final de la Primera Edad del Hierro, coincidiendo su plenitud con el apogeo celtibérico en la comarca. En definitiva, un poblado que acabó en la órbita del oppidum de Los Casares, que jalonaba y controlaba la ruta del Linares como vía de comunicación Ebro-Meseta.
Texto: Eduardo AP. Imágenes: Eduardo AP y Antonio LC.
Bibliografía básica:
Alfaro Peña, E.; Benito Batanero, J. P.; Sanz Aragonés, A.; Tabernero Galán C. y Aguilera Díez, I. (2014): “Oppidum y territorio en el valle del Linares soriano. Los Casares de San Pedro Manrique”, VII Simposio sobre los Celtíberos. Nuevos Hallazgos, Nuevas Interpretaciones. 73-81.