Magaña
LOS CASTILLARES DE MAGAÑA
Son Los Castillares de Magaña un castro singular por su contexto marco, tanto por sus características orográficas como naturales. En el aspecto orográfico llama la atención su extensión lineal, ocupando la cresta de un espigón fluvial en unos 450 m, los que separan el remate en puntal oriental del espigón respecto a la torre defensiva más a poniente que corta la línea descendente del espigón. Desde el punto de vista natural, destaca por el soberbio bosque de encinas que lo ocupan, algunas centenarias.
Dos formas hay para acceder. Una, saliendo por la vieja senda que comunica Magaña dirección Villarraso, hoy ruta de senderismo que lleva también a Suellacabras, referencia esta última que deberemos seguir. A poco más de tres kilómetros, un cartel indicador del castro nos dirá que lo estamos atravesando poco antes de caer al Alhama. La segunda opción sale de Villarraso. A la salida de este pueblo dirección Magaña tomaremos una pista de parcelaria que sale a la derecha y muere a un kilómetro en una caseta de cazadores. Aquí seguiremos andando dirección este entre encinas por la cresta del serrijón; a unos 200 m nos toparemos con la torre más occidental del castro.
Como hemos adelantado, son Los Castillares un castro tipológicamente anómalo que destaca por su longitud, y también por lo complejo de su interpretación. Ocupando un estrecho serrijón, su flanco más accesible, el oeste, se cortó con un bastión precedido de foso. A unos 250 m al este, siguiendo la estrecha cresta se levantó una nueva torre. Una interpretación sería pensar que ambas torres delimitaban el castro, lectura más que probable a poniente, sin embargo en el este los materiales domésticos (básicamente cerámicas y molinos de vaivén) siguen apareciendo, especialmente en el remate en puntal final, situado a unos 200 m de la torre oriental.
Son los materiales que se ven en superficie los que quizás aporten una solución a la complejidad del castro. Estos materiales, en concreto los cerámicos y sus proporciones en los tres espacios en los que se puede segmentar el castro (zona protegido por el bastión oeste, zona protegida por la torre oriental y puntal este), parecen apuntar a una lectura cronológica, a una secuencia temporal en la evolución del poblado, con una ocupación más antigua cuanto más oriental, y que se fue ampliando su espacio hacia poniente desde sus raíces en la Primera Edad del Hierro hasta la plenitud celtibérica.
Son Los Castillares de Magaña el castro más extenso en longitud de todo Tierras Altas, y la vez de complicada lectura por las características arqueológicas que lo alejan de los arquetipos de castros comarcales. Un paseo hoy por sus ruinas es sinónimo de montones y montones de piedra, piedras de construcciones ancestrales castreñas, pero también de cerrados tradicionales, apriscos y chozos caídos, todas ellas decoradas con musgos, líquenes y, sobre todo, por el juego de luces y sombras que fabrica el denso bosque de encinas que solapa y envuelve en el misterio estas ruinas.
Texto: Eduardo AP.
Imágenes: Eduardo AP y Antonio LC.
Bibliografía básica:
Romero Carnicero, F. (1991): Los Castros de la Edad del Hierro en el Norte de la provincia de Soria.